La inteligencia artificial ha llegado casi sin darnos cuenta, de estar presente en la gran pantalla, a formar parte de nuestras vidas, y en consecuencia de los entornos de trabajo. El cambio tecnológico está acelerando esta transición con aplicaciones de IA a través de cobots, tabletas de asistencia, chat-bots y/o implementaciones en ropa de protección laboral o equipos de protección individual.

La IA puede crear oportunidades, pero también nuevos retos para la seguridad y la salud en el trabajo (SST), su gestión y su regulación generan un importante debate al que me gustaría aportar luces y sombras.

Estamos ante un nuevo escenario en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo. Por ejemplo, el Big Data permite usar datos estructurados y no estructurados en el lugar de trabajo para identificar problemas de seguridad. Datos ajenos a nuestra organización pueden desarrollar algoritmos analíticos predictivos para identificar factores de riesgo que afectaron a otras empresas y prepararnos antes de que se conviertan en un problema. Lo cual nos lleva a preguntarnos:

En mi opinión, el control basado en la IA puede respaldar la prevención basada en datos contrastados, nunca sustituir lo tradicional. La combinación entre ambas partes tendrá un gran efecto bumerán. Permitirá realizar evaluaciones e inspecciones avanzadas de riesgos y SST más eficientes y a escala organizativa. Se podrán analizar tendencias, profundizar más en detalle, medir valores reales y/o monitorear el rendimiento de emisiones con unos pocos clics, algo que era imposible con los registros en papel.

Esto está cambiando la forma en que se toman las decisiones dentro de las organizaciones, mostramos debilidades y fortalezas. Todo ello sin olvidar que se necesitan decisiones éticas y estratégicas con sistemas eficaces que manejen una gran cantidad de datos personales confidenciales.

En definitiva, es importante garantizar la transparencia en la recogida y uso de tales datos . Además, el personal y sus representantes deben estar facultados mediante el mismo acceso a la información, formados en su uso y tratamiento. Lo cual nos lleva al siguiente punto.

A medida que la automatización de datos y análisis se integra más en el entorno cotidiano, seguirá existiendo una gran necesidad de resolución de problemas relacionada con la aplicación de esta nueva perspectiva. Aquí nos enfrentamos a tres retos en materia de formación:

Los profesionales de la seguridad que trabajan en colaboración con toda la empresa utilizando información sólida de estos datos podrían mejorar su ayuda pasando de lo predictivo a lo prescriptivo reduciendo así la exposición. Ello pasa por que se les facilite el conocimiento y habilitades necesarias para una transformación digital beneficiosa. Y por supuesto, este conocimiento no debería de quedarse aquí, este espíritu analítico y de mejora continua debería estar integrado en trabajadores/as, mandos intermedios y alta dirección.

De igual forma, las empresas deben conocer la información necesaria sobre estos cambios, su impacto sobre la naturaleza y organización del trabajo y los nuevos desafíos para la salud y la seguridad en el trabajo que puedan conllevar. La falta de competencias digitales genera un riesgo de exclusión social y económico y por ende, un impacto en la salud mental del equipo de trabajo. Esta brecha puede estar motivada por distintos motivos: localización geográfica, condiciones económicas, nivel de formación, edad, género, etc. En este escenario se necesitan políticas claras y una promoción de acciones formativas con el foco en aquellos más vulnerables.

Y aún diría más, la oportunidad de sentir el riesgo de forma real, el impacto que supondría sobre el trabajador la posibilidad de experimentar una caída, un ahogamiento, asfixia, etc. no debería infravalorarse; claramente la apuesta por la formación virtual y adiestramiento en caso de emergencias debería estar adoptada. Pero si no se hace es porque la SST se ve en muchas organizaciones como un coste, lo que me lleva a esta reflexión a:

Como responsable HSE en una empresa tecnológica, es común que los técnicos de prevención me pidan argumentos para convencer a responsables de inversión tecnológica en SST, sobre todo en aquellas organizaciones donde la SST no está integrada completamente. Porque es difícil ver el retorno de la inversión.

La medición coste-beneficio de la no prevención debe ser una cuestión intrínseca en todo plan de gestión empresarial. Pero en España, la PRL ha sido asumida como una exigencia legal. La mayor parte de los empresarios la han considerado como una obligación normativa que había que cumplir, no ven más allá. Es la labor de los profesionales SST poner en valor la inversión preventiva (mejora de ratos absentismo e incidentes) y la relación productividad vs bienestar laboral.

Los cálculos de la EU-OSHA (Agencia europea de seguridad y salud en el trabajo) demostraban que, por cada euro invertido en promocionar la salud laboral, se generaba hasta casi cinco euros de beneficio . ¿Qué mejor inversión que avanzarnos a los riesgos y efectos en la salud laboral motivando al trabajador dándole herramientas para progresar en un nuevo escenario laboral? Invertir en Seguridad y Salud siempre es una apuesta segura, hacia aquí deberíamos orientar el futuro.

A pesar de los avances que se han experimentado, hoy en día, la IA y el desarrollo tecnológico tienen nula o poca aplicación en procesos de prevención de accidentes de trabajo en nuestro país. Cultura que simplemente busca el cumplimiento legal en un marco normativo obsoleto y que no da respuestas a muchos de los avances tecnológicos ni desafíos actuales.

Hubo 721 personas muertas y más de 1,5 M causaron baja laboral en 2023 . Nuestro marco legal debe evolucionar, la Ley de Prevención de Riesgos de hace casi 30 años (Ley 31/1995) no recoge, por ejemplo, la validez de este tipo de formaciones.

Es evidente que en entornos hiper conectados, se presupone que habrá un descenso de la accidentalidad laboral del 11% para el año 2030 como resultado de la adopción generalizada de la automatización. Es cierto que conforme más avancemos en la transformación digital, más lo haremos en la aplicación de esta en la gestión de la SST.

Es conveniente destacar que la necesidad de una Evaluación de Riesgos relacionada con la implementación de nuevas tecnologías o como parte de un proceso de transformación digital (incluyendo la integración y adopción de sistemas de IA y comunicaciones humano-máquina) puede llegar a ser más relevantes que nunca.

Debido a la capacidad de la IA para recopilar información, las empresas hoy más que nunca pueden servirse de esta tecnología para predecir patrones, identificar o prevenir riesgos y encontrar la mejor manera de minimizarlos. Lo que aún no puede hacer es replicar el juicio humano, aspecto clave en la gestión de riesgos en el lugar de trabajo.

Para concluir, tratar un punto que genera mucho debate en la actualidad, ¿cuál es el equilibrio adecuado entre la automatización mediante IA y la supervisión humana para garantizar la seguridad en el lugar de trabajo?

El uso de la IA para gestionar a los trabajadores también plantea numerosos riesgos de orden psicosocial: pérdida de control de los trabajadores sobre sus puestos de trabajo , aumento de la intensidad y presión del desempeño, disminución del apoyo social de los gerentes, individualización, deshumanización y/o participación limitada, todo esto impacta notablemente de manera negativa en la salud mental.

Un informe reciente de la EU-OSHA muestra necesario tener un fuerte enfoque de “prevención a través del diseño” que integre una perspectiva centrada en el ser humano. Se necesita un enfoque más amplio en el diseño y uso de estos dispositivos, debe diseñarse, implementarse y ser gestionado de forma confiable, transparente, empoderadora y comprensible.

Si te perdiste nuestra Mesa Debate sobre Inteligencia Artificial y Seguridad Laboral te dejamos el enlace aquí:

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Susana Romero Miguel, Environmental Health and Safety Manager - Secretaria General AEPSAL